Toda ave
que ha tratado de surcar los cielos se ha encontrado con ráfagas de viento que
le desdoblan su vuelo. Un viento que le sopla repentinamente en dirección
contraria. Un cambio de temperatura que hace pesado el aire que choca contra
sus alas. Lluvia que gota a gota le entumece el cuerpo.
Sin
embargo, el viento nunca es un enemigo implacable para el ave. Es, al
contrario, un amigo que viene a decirle que cambie su vuelo. Que incline sus
plumas en una dirección nueva. Que doble sus alas y corte el nuevo viento. Que cambie
de altura para poder seguir volando.
En el día
nosotros mismos nos encontramos con otras versiones de “ráfagas de viento”. Aunque quizás lejos de
las alturas donde el ave busca su camino, nuestro propio recorrido será retado
en más ocasiones de las que quisiéramos contar por las impredecibles ráfagas de
la vida.
Pero tanto
para el ave como para nosotros, cada ráfaga sólo es un sutil llamado de aquel
que llamamos Dios, o la Virgencita, Obatala o Chango, Jehova, o simplemente
“vida” de que ahora en nuestro camino hay que cambiar la forma de andar.
Un obstáculo puede ser una señal de alto, o
puede ser un desvió, está en nosotros decidir cuál será.
Un obstáculo es la forma perfecta de la vida de
preguntarnos “¿qué tanto quieres
lograrlo?”
¿Lo deseas tanto como para seguir adelante? o ¿lo
deseas poco como para detenernos a lamentarnos?
Es en ese
momento cuando decidimos seguir adelante cuando nos damos cuenta que la fuerza
para lograrlo la tenemos innata en nuestro ser. Y es en ese momento cuando
decides probarte a ti mismo que si tus pasos no son suficientes para seguir
adelante, pues ahora aprenderás a dar saltos para superar los obstáculos.
Despreocúpate
si tu forma de hacer las cosas ya no funciona. Emociónate porque ahora tienes la
oportunidad de aprender nuevas maneras de lograr lo que buscas. Y al
aplicarlas, estarás demostrándote que todo lo puedes conseguir si aprendes a
trabajar, a aceptar los retos y a ser flexible para conseguir la mejor
solución.
Entonces,
en ¿qué reto de tu vida puedes aprender a
saltar? ¿En qué momento decidirás si es una
señal de alto o un desvío? Y, ahora que has decidido, ¿confiarás en que todo saldrá bien?
Vivan en
Grandeza