Fieles el uno al otro como nunca antes se había visto, un grupo de
guerreros venezolanos nos enfrentamos al reto de defender el Tricolor
venezolano en la justa deportiva más importante que existe. Una justa donde
sólo los mejores son citados. Un puesto que muchos buscan, pero poco alcanzan.
En aquellas tierras famosas por sus vinos empuñamos nuestras armas con
una mano mientras sosteníamos el corazón en la otra. La sangre nos corría por
las venas con la fuerza con la que el Orinoco surca y rompe el silencio de lo
que muchos llaman el pulmón del mundo, el Amazonas.
Llenos de emociones nos montábamos en la pista para cada combate. Pero
nunca solos, siempre apoyados incondicionalmente desde cerca por nuestros otros
cuatro compañeros de equipos y el resto de los acompañantes que aunque nunca
empuñarían un arma sus voces gritaban al unísono con las nuestras con cada
toque y acción bien hecha.
Pronto el mundo presenciaría como un grupo de almas venezolanas (y algunas
extranjeras) se unirían por una causa, un sueño olímpico, a niveles donde lo
imposible perdía significado y los sueños venían a la vida con cada marcha,
cada fondo, cada parada y cada riposta. No haríamos dos movimientos en la
competencia sin antes perder nuestra identidad como representantes de un club o
de un estado y pasar a ser la expresión pura de un corazón Guerrero, un corazón
venezolano.
Pronto la celebración de uno en la pista sería la celebración de otros
cuatro desde las pedanas, luego de todos los once venezolanos en la sala sin
importar cargo ni intereses personales. Ya luego celebramos el toque no sólo
por nosotros si no por los más de 200 venezolanos que practicamos este hermoso
deporte en las tierras que ocultan al famoso "el dorado". Y sin más
ni menos nuestros gritos pronto harían eco en los oídos y corazones de los
millones de venezolanos que como nosotros tienen también sueños de grandeza y
prosperidad. Sueños que al hacerse realidad evocaron las lágrimas de todos por
igual. Sueños que al escaparse de las manos (por ahora) evocaron las lágrimas
de todos por igual también.
La Unión y apoyo de cinco atletas trajo consigo una fluidez que, en
palabras del único miembro sin sangre venezolana del equipo, "es muy
bonita, yo nunca los había visto así". Unión que se contagió más allá de
los atletas hacia los dirigentes y acompañantes que anhelaban vernos demostrar
nuestra mejor esgrima, no por intereses propios si no por amor al buen desempeño
y al sacrificio. Y aún, esta unión viajó las fronteras y se unieron a nosotros
todos los jóvenes y todas las personas envueltas en el mundo de la esgrima
venezolana que sueñan con defender la bandera en la justa olímpica.
Este apoyo se dio naturalmente, ¿por qué no mantenerlo? Comencemos a
trabajar todos juntos por un equipo venezolano Unido en cada justa
internacional. Por un equipo que cada día se respeta más al llegar a una Copa
del mundo. Por un equipo donde todos nos apoyamos de corazón y todos buscamos
crecer juntos. Por un equipo donde la lealtad al trabajo y el respeto sean las
reglas que dominen. Unámonos porque aunque sólo viajen 24 se tenga el apoyo de
más de dos cientos apasionados por la esgrima en Venezuela. Unamos nuestros
esfuerzo para que los que estamos arriba ayudemos a crecer a los que estén un
poco más abajo y así seamos más los que disfrutemos de la esgrima mundialista.
Unamos esfuerzo para que los entrenadores de un atleta apoyen de corazón a los
atletas de otros sin prejuicios ni intenciones ocultas. Unámonos por una visión
donde los colores de la bandera se alzan por ti y por mí , por todos nosotros,
tan alto en un sudamericano en Perú como en una Copa en Alemania, en un
Panamericano en México como en un mundial en Rusia, se alzan alto Por la sangre
joven del cadete como por la más experimentada del adulto y que siempre al
regresar a nuestro país digamos de corazón "Gracias a la esgrima
venezolana por su apoyo, mi logro es resultado no sólo de mi esfuerzo si no del
apoyo de todos también"
No fueron seis cupos los que
se ganaron a los juegos Olímpicos, somos más de 200 esgrimistas venezolanos que
vamos a los juegos Olímpicos. Dios nos bendiga a todos.
Vivamos en grandeza!!
HEJ