Si en algo los grandes personajes de la historia se han parecido es que todos han sabido agradecer por todos y cada uno de sus logros y sus retos. Nunca nadie ha conseguido nada que valga la pena sin esfuerzo. Esto no quiere decir que lo que se puede conseguir con facilidad no vale la pena. Al contrario; ello también tiene su valor. Pero el punto es que el conseguir algo gracias a nuestro esfuerzo (bien sea grande o pequeño) es la clara señal de que Dios y nosotros hemos trabajado en concordancia con nuestra Grandeza innata, intrínseca.
Es la muestra de que durante los rocosos pasajes de nuestro camino supimos caminar con gracia a través de las piedras y agradecer por ensenarnos a cuidar cada paso sin perder de vista nuestro horizonte.
Es la muestra de que durante los días nublosos supimos recordar que aún detrás de las espesas y grises nubes brilla el sol, esperando con paciencia que la brisa se lleve el obstáculo que le impide de momento darte calor.
Es la muestra de que mientras pasábamos por un camino hermoso, lleno de flores, de color, de vida y de paz, supimos aminorar nuestro paso y disfrutar de cada una de esas bendiciones pero manteniendo nuestro paso firme y constante hacía nuestro destino.
Es la muestra de que en todos estos momentos dijimos
“Gracias Dios porque estás conmigo,
Gracias porque sé que hay una buena razón para vivir lo que estoy viviendo,
Gracias Dios porque una y otra vez me has demostrado que dentro de tu plan todo es perfecto,
Gracias Dios por demostrarme que yo soy parte de tu plan y yo también soy perfecto”
Agradecer es una forma de seguir atrayendo hacía nosotros aquello que queremos, aquello con lo que soñamos, en fin; aquello en lo que queremos convertirnos.
“Dios no nos pide que tengamos éxito, sólo que lo intemos” Madre Teresa De Calcuta
Vivan en Grandeza
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