Aceptando el Yin-Yang

El yin y el yang, dos fuerzas inseparables y que accionan juntas por el beneficio de aquellos que la entienden y aceptan y aquellos que no.

Lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, todo está relacionado y todo tiene y necesita un balance que buscará naturalmente y que nosotros podemos elegir ser partes de ese proceso y fluir con la naturaleza, o simplemente ignorarla y rechazarla y vernos víctimas de las sorpresas que traen esos cambios que negamos.

Es siempre fácil aceptar lo bueno, es siempre una gloria y una dicha aceptar lo positivo de los logros del día a día. Pero porque nos cuesta tanto trabajo aceptar lo negativo. Es importante aceptar estas cosas que no nos gustan tanto porque así estamos decretando que la lección ha sido aprendida y que ya se puede ir, que ya se puede desprender de nosotros y de nuestras vidas. Así pues, dejamos ir lo que no nos aporta nada a nuestras vidas y abrimos espacio para que cosas buenas y mejores llenen el vacío.

Pero ¿por qué hemos de aceptar lo negativo? Si no consigo un aumento ¿debo aceptar eso? Si me enfermo ¿debo aceptarlo y ya? Si cometo o errores o fallo en alcanzar algo ¿lo acepto y no más? Pues si! Pero ojo, yo te digo que lo aceptes, más no que te conformes con ese resultado o esa manifestación. Es distinto. Aceptarlo nos ayuda a desprendernos de eso y seguir adelante como dije. Conformarnos con lo negativo, no tan bueno, o mediocre nos estanca en una situación que no conlleva a ningún lugar.

Acepta que a veces no se cumplen tus expectativas y que no consigues aquello que buscas. Acepta, aprende, progresa pero nunca te conformes. Si la vida te tiene pasando alguna situación ahora es para que aprendas de ella, es para que aunque sea duro aceptes que esto es parte de lo que le da equilibro a tu vida y te ayudará a crecer. Ahora que lo aceptas, proponte que saldrás de ello y mejoraras aún más. Decide que encontrarás, a su debido momento, el camino que te llevará a alcanzar tu meta. Y si no hay camino, entonces CONSTRUIRAS UNO.

Vivan en grandeza

HEJ