Todos y cada uno de los momentos trae consigo el regalo de la vida, de Dios, de la deidad divina en quien creas. El pensar que hay momentos comunes es simplemente un desperdicio de momentos.
Cada segundo que vivimos es un recordatorio de las bellezas y bendiciones de nuestras vidas. Es un recordatorio de la perfección que existe en todos los pasos que damos.
Todos estamos destinados a alcanzar nuestras metas, a sobresalir y ser felices. E incluso si hay momentos en el que no lo somos, esos son simplemente escalones hacia lo que queremos lograr.
Por escalar a través de las rocas de la adversidad aprendemos apreciar el caminar a través de las laderas de la serenidad y el éxito.
Por luchar en el mar picado del estrés y las crisis, aprendemos a mantenernos concentrados en nuestro destino y fortalecemos nuestra voluntad para llegar allá.
Por saltar los obstáculos y los arbustos en nuestros caminos; fortalecemos nuestros músculos y ganamos la fuerza para continuar caminando.
Cada momento tiene sus enseñanzas, cada momento tiene sus recompensas. Recompensas que nos son entregadas a través del agradecimiento y la pasión por el momento.
Aprende a agradecer cada momento y pronto te encontrarás estando agradecido por los pequeños avances en tu vida. Así, sin darte cuenta, estos pequeños avances se habrán acumulado y se habrán convertido en la travesía completa que tenías que dar desde el punto en donde estabas hacia el punto al que querías llegar.
Agradece cada momento, porque lo más seguro es que no regrese.
Vivan en Grandeza,
HEJ
No hay comentarios:
Publicar un comentario